miércoles, 22 de mayo de 2013

¿Estamos educando emocionalmente a nuestros hijos?

Este fin de semana se ha celebrado en Zaragoza el Congreso de Inteligencia Emocional donde  expertos y profesionales de la educación, se han formado, han conocido nuevas experiencias y  han reflexionado sobre qué es la inteligencia emocional y cómo está inmersa en todos los campos y ámbitos,  haciendo especial hincapié en la parte educativa.
Muchas veces los padres nos preocupamos sobre  qué conductas y hábitos desarrollan nuestros hijos; hablamos de niños bien educados cuando cumplen las normas tanto del cole como de casa y saben cuales son sus obligaciones, pero a veces olvidamos sus emociones y más importante la regulación de esas emociones.
 Varios estudios y expertos aseguran que el 77% del éxito en la vida, depende de la habilidad para percibir, comprender y regular las emociones propias y las ajenas. Es lo que se llama inteligencia emocional. A la inteligencia “tradicional” sólo le corresponde el restante 23%.
 La educación emocional supone:
·        Reconocer las propias emociones y sentimientos y saber expresarlos.
·        Saber controlar las propias emociones y sentimientos.
·        Reconocer las emociones de los demás.
·        Saber regular las emociones de los demás.
Esto que a simple vista parece muy sencillo, no resulta tan fácil en la vida diaria. Nuestra concepción cultural no nos permite decir que la envidia es un sentimiento natural que todos desarrollamos, sino que simplemente comunicamos que es algo que no es bueno. Debemos enseñar al niño a gestionar ese sentimiento y no intentar de anularlo. Os dejamos algunos consejos para poder trabajar desde casa: 
1.  Es fundamental que proporcionemos a nuestros hijos un modelo adecuado de gestión emocional, no hace falta recordar que la forma más importante en que los niños aprenden, es la imitación.
2.  La comunicación natural de los sentimientos en la familia incrementa la comprensión emocional y la empatía de nuestros hijos.
En ocasiones, llegamos a casa enfadados, cansados, tristes, agobiados… pero no comunicamos este estado de ánimo a nuestra familia, hacerlo nos permitirá hablar abiertamente de nuestros sentimientos.
3.  Los sentimientos no son lógicos, ante una misma situación cada persona puede sentir y actuar de forma diferente, pero el respeto, es una premisa básica.
4.  Ninguna emoción o sentimiento es malo o deplorable. Nuestros hijos tienen que saber que pueden expresar siempre lo que sienten y que no van a ser juzgados, rechazados o recriminados por ello.
5.  Es contraproducente interrogarles sobre lo que les pasa, lo que piensan, lo que sienten, porque no hablan… da mejor resultado iniciar la conversación dándoles el sentimiento. Podemos decirle algo así: “ya veo que estás enfadado…” Las posibilidades de que se deciden a contarnos lo que les ocurre, es mayor con esta técnica.
6.  Todas las emociones tienen su utilidad, lo positivo y lo negativo en las emociones, es relativo. Incluso la tristeza tiene su lado positivo: nos da la oportunidad de reflexionar, conocernos más…
7. Podemos aprovechar cualquier situación real o ficticia que presenciemos en la calle, veamos en la tele, nos cuenten… para analizarla, preguntar a nuestros hijos cómo se habrían sentido ellos, qué habrían hecho…  Esto incrementará su nivel de empatía.
Podemos trabajar distintas emociones a través de los cuentos, desde aquí os recomendamos las publicaciones que ha realizado Begoña Ibarrola y os adjuntamos su página Web donde podéis encontrar más información sobre  la inteligencia que os emocionará….
http://www.begoñaibarrola.es/libros_y_cuentos.html

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